viernes, 20 de noviembre de 2009
La avalancha de Armero (Desastre que marco a Colombia)
Anteriormente existía un municipio en el Tolima llamado Armero, en el cual actualmente es llamado Armero-Guayabal en este municipio sucedió un hecho atroz que marco la vida de millones de personas en todo Colombia.
El 13 de noviembre de 1985, después de meses de dar señales de una creciente actividad, el volcán Nevado del Ruiz, de los Andes colombianos, entró en erupción. El intenso calor hizo que la nieve acumulada en la cima se derritiera, y millones de metros cúbicos de agua, corriendo cuesta abajo, formaron un gran alud de barro y ceniza volcánica, un lahar, que sepultó el pueblo de Armero, con un saldo de más de 25.000 víctimas. Fue, y sigue siendo, la peor y más mortífera erupción de la historia de Colombia, y de todo el Hemisferio Occidental.
Omaira Sánchez
Era una niña de 13 años, de tez morena, cabello ondulado y rostro angelical, quien atrapada por los escombros que dejó la avalancha, se convirtió en el símbolo de la tragedia de Armero.
Su drama fue descubierto por el socorrista de la Cruz Roja Jairo Enrique Guativonza, en la tarde del jueves 14 de noviembre, casi 20 horas después de que Armero fuera sepultada.
Cuentan quienes vivieron el drama que Omaira quedó atrapada al caer en una alcantarilla cuando trataba de huir con su abuela desde el barrio Santander, donde residía, hacia la parte alta de la localidad, mientras detrás avanzaba la avalancha.
El socorrista, luego de varias horas de trabajo, logró romper una plancha de cemento que la tenía atrapada. Pero el destino de la niña estaba marcado hacia la muerte, pues cuando intentó sacarla, notó que sus piernas estaban atrapadas entre palos, pedazos de ladrillos y cadáveres humanos hundidos entre el lodo.
No fueron suficientes los esfuerzos de Guativonza y otros socorristas que con motobombas trataron de evitar que el agua, que le llegaba al cuello, subiera de nivel y la ahogara. Tampoco el trabajo de varias personas que la alimentaban e hidrataban, mientras los miembros de la Cruz Roja trataban de quitar los obstáculos que la tenían atrapada.
Ante la mirada impotente de periodistas, camarógrafos y fotógrafos que mostraron al mundo su imagen de ternura y que pese a su estado nunca entró en desespero, Omaira murió el sábado 16 de noviembre."
Así reseña Radio Caracol la tragedia de Omaira Sánchez. La verdad es que lo sucedido con Omaira fue un acto de total falta de humanidad. La televisión española pudo transmitir en vivo lo que sucedía con la niña, quien agonizó 60 horas atrapada. García Márquez apuntaba que para que los españoles vieran el drama hacían falta cámaras, microondas, un satélite, y miles de pequeñas piezas de ingeniería que transmitieran las imágenes desde Armero, un punto perdido en la geografía colombiana, hasta los telereceptores al otro lado del Atlántico.
¿No hubo voluntad? Seguro que los socorristas que la acompañaron durante tanto tiempo sí tuvieron toda la voluntad. Pero el Nevado del Ruiz había avisado durante meses lo que iba a ocurrir, y el gobierno colombiano de entonces no hizo nada. A quiens advertían de la tragedia que se avecinaba, se les llamó alarmistas.
Omaira podía salir de su percance con la ayuda de una gran motobomba que sacara el agua del lugar en que se encontraba. Pero los miles de helicópteros, rústicos y demás vehículos sólo transportaban cámaras de TV. La tragedia era en vivo y directo, y las noticias no pueden esperar. Es en esos casos cuando me asqueo de mi carrera, del periodismo; porque no debemos estar por encima de la vida y la muerte; antes, somos humanos.
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